15 de octubre de 2007

Aprendizaje... que salva vidas.




Cuando una jirafa nace, cae cerca de dos metros -desde el vientre de su madre hasta el suelo- y por lo general de espaldas. Aturdida y temblorosa, rueda hasta poner sus patas bajo su cuerpo e intenta levantarse. Pero, en cuanto logra incorporarse, su madre la empuja con su cuello y la tira nuevamente al suelo.

Intenta una y otra vez... pero encuentra siempre el mismo proceso que se repite. Cuando -finalmente- logra ponerse de pie sin que sus patas tiemblen, la madre la empuja una vez más... e intenta hacerla caer. Si cae, deberá levantarse de nuevo hasta poder resistir el embate de su madre. Las jirafas jóvenes deben aprender a pararse rápido y caminar, para poder moverse con la manada: esa es su única posibilidad de supervivencia. El aprendizaje provocado por la madre fortalece a la recién nacida y, sin duda, le salva la vida.

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