25 de diciembre de 2007

¡Salga de la cama con actitud positiva!


Olvídese del dicho: ‘Me levanté con el pie izquierdo’; su actitud y acciones determinarán si tendrá un buen día.

El día comienza cuando abre los ojos en la mañana. Si toma algunas medidas podrá gozar en plenitud las horas subsecuentes y no tendrá que concluir su día con un "me debí haber quedado en la cama".
Aquí tiene algunas recomendaciones:
Evite discutir con su pareja los primeros 30 minutos después de haber despertado. Si bien uno se siente despierto, el cerebro puede tardar en "carburar" y no estará en condiciones de entablar una discusión sensata.
Mientras termine de despertar, considere lo privilegiado que es por tener lo que tiene y procure tener pensamientos positivos.
Al levantarse, piense y repita en voz alta frente al espejo, cuáles son sus puntos fuertes.
Si tiene algún problema, es importante solucionarlo lo antes posible, en lugar de lamentarse, dígase: "Hoy voy a hacer… para solucionar mi problema".
Dedique tiempo a arreglarse tranquilamente porque si logra verse como deseaba, se sentirá más seguro donde quiera que vaya.
Para que su cuerpo logre activarse totalmente necesita los elementos nutrientes y las vitaminas que le proporciona un desayuno completo, no se saltee esta comida.
Al salir de casa, despídase de las personas con quienes comparte la casa y desee una buena jornada.
Tome un camino diferente para llegar a su trabajo o escuela.
Llegue a su lugar de trabajo con una actitud positiva, salude a sus compañeros y deséeles un buen día.
Una manera inteligente de empezar
Aplicar la inteligencia emocional a lo largo del día lo puede ayudar a enfrentar y, disfrutar, cada situación. Para hacerlo, recuerde que:
Las personas funcionan mejor con una sonrisa, incluso uno mismo.
Detrás de cara enojada hay una necesidad de ser escuchado y de cariño.
Se es más constructivo viendo el lado positivo y real de las personas y las circunstancias, que su lado negativo.
Para recibir, debo pedir y no pretender que los demás adivinen mis deseos o necesidades.
Agradecer es la forma más importante de valorar a las personas.
Cuando expreso como me siento, evito "explotar" o "ahogarme" con mis propias emociones.
Expresar mis emociones me hace sentir acompañado y ver mis problemas en su real magnitud.
Si me equivoco, asumiré mi error y aprenderé la lección sin culpar a otros o a las circunstancias de él.

Georgina Montalvo/Agencia Reforma24 de diciembre de 2007

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