28 de diciembre de 2009

Una historia real


Heather Whitestone, una joven de 21 años, residente en el estado de Alabama (Estados Unidos), tuvo una experiencia que para muchos sería el ácido para aniquilar cualquier sueño y abrazarse al temor.

Apenas cumplidos sus 18 meses una reacción a la vacuna contra el tétano y la difteria la sumió en un silencio casi fatal; sólo retuvo un cinco por ciento de la capacidad auditiva de uno de sus oídos.

La madre de Heather, por decisión propia, no quiso educar a su hija para que se comunicara con el lenguaje gestual usado habitualmente por los sordos. Con mucho esfuerzo, la niña aprendió a comunicarse con el mundo por medio de un audífono, la lectura de labios y su propia voz.

Cuando tenía cinco años, Heather descubrió un modo de expresión que obviaba todo problema de palabras o gestos manuales. Su madre la anotó en una escuela de ballet, donde, durante una hora semanal aprendía a danzar con todo su potencial.

Las vibraciones que recogían sus pies, la métrica que recitaba en su cabeza y las tenues tonalidades que lograba percibir eran todo su instrumento. El amor por el movimiento era toda su música.

Un año antes de terminar la secundaria, la danza se convirtió en un vehículo para su espiritualidad. Ese año Heather se incorporó a la compañía de danza de una iglesia Presbiteriana.

En 1993 Heather acompañó -junto a su madre- a una amiga al Centro de Convenciones de Atlantic City para alentar a una representante de su estado en el concurso de belleza Miss Estados Unidos.

Cuando todo había terminado, con el salón en penumbras y la sola presencia del personal de limpieza, Heather tuvo la idea de subirse a la pasarela y pensar en postularse para el siguiente año.

Un año después la audiencia del Centro de Convenciones enmudeció al ver a esta concursante bailar, consagrándola Miss Estados Unidos 1994. Pero acaso la emoción que dominaba la sala pendía de un detalle: la elegida nueva Miss Alabama era la única de todos los presentes que no escuchaba una sola nota de la música que coreografiaba. Era la primera concursante con una capacidad física que conquistaba el trono, y por si no bastara, también se encontraba entre las 28 concursantes en la historia del certamen que ganaba dos pruebas preliminares: la de traje de baño, la de baile o talento personal, y por supuesto, la corona.

Para Heather el triunfo no fue tanto una consagración personal como una confirmación de su lema de toda la vida: "Todo es posible si lo puedes creer".

Ese es el mensaje que la bella pisciana transmitió el año que duró su reinado en los cientos de conferencias y apariciones públicas que le tocó realizar por todo su país. El éxito de Heather no sorprendió a su madre, quien le enseñó desde chica, por ejemplo, que "LAS PERSONAS MAS DISCAPACITADAS DEL MUNDO, SON LOS PESIMISTAS", frase que Heather repite cada vez que le preguntaban si podría hacer frente a todo el año de giras.

(historia publicada en el Diario Clarín de Argentina, septiembre 1994. Extraída del libro "Despierta tu fuerza interior",  autor: Javier Divito - Editorial: Mega Libros.).








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