7 de marzo de 2010

Educamos... con, desde, hacia y para el corazón.


Muchas veces, la sabiduría del corazón trasciende la de la mente. Una de las mejores maneras de educar el corazón es observar nuestra interacción con los demás, puesto que estas relaciones son -en esencia- el reflejo de nuestra relación con nosotros mismos.

A veces cometemos errores y nos sentimos torpes. Pero si intentamos mejorar nosotros mismos y trabajamos en nuestro interior, los resultados mejorarán con total seguridad.

Para lograr mejoras no hay atajos: es necesario aprender, comprometerse y actuar en planos cada vez más altos de nuestro desarrollo personal. La educación del corazón es el complemento indispensable de la educación de la mente. Es el proceso que nutre la sabiduría interior.

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