"Un hombre iba caminando con dificultad por la orilla de un río. Observó que la orilla opuesta era mucho más transitable, pero no podía alcanzarla nadando porque la corriente era muy fuerte. Así que paró, reunió los materiales necesarios y construyó una balsa. Subido en ella cruzó el río sin problemas.
Ya en la otra orilla, sintió tristeza al pensar en abandonar su embarcación. Consideraba todo un logro personal haberla construido y le gustaba contemplarla. De modo que decidió cargarla sobre sus espaldas y reanudó su marcha. Pero conforme iba pasando el tiempo sus pasos se hacían cada vez más torpes y lentos. A pesar de que el camino era más fácil, se iba quedando sin fuerzas, y empezó a preguntarse si había valido la pena cambiar de orilla. Tardó tiempo en darse cuenta del desgaste que le estaba suponiendo llevar la balsa a sus espaldas mientras escalaba hacia las cumbres de la montaña.
Finalmente decidió abandonar su carga y se sintió más ligero y más equilibrado. Comprendió también que el verdadero valor de la balsa seguía yendo con él pues construirla había representado un aprendizaje y la posibilidad de conectar con su capacidad de afrontar las dificultades y encontrar soluciones."
(Adaptación de un cuento budista)
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