30 de enero de 2009

EL JUDO (I)

Una leyenda que se remonta al siglo VI de nuestra era parece ser el origen del JUDO. En ella se cuenta la historia de un anciano médico japonés que solía entregarse a la meditación en invierno, paseando por el campo. Así, observó que las gruesas ramas de los árboles que le rodeaban solían quebrarse bajo el peso exagerado de la nieve acumulada sobre ellos, mientras que las ramas más delgadas y, por tanto, más flexibles, se doblaban bajo el peso de la nieve, se descargaban así de ésta y volvían a recobrar su posición normal, como sí tal cosa. Los dos principios fundamentales sobre los cuales se apoya el Judo, son: el equilibrio y la no-resistencia. Cualquiera que sea el ángulo desde el cual se observe el Judo, o sea: arte, entrenamiento físico, mental o espiritual, predomina en él el principio del equilibrio de los factores opuestos. Es lo mismo que ocurre, en realidad, en todas las cosas del Universo. La marcha consiste en una sucesión de equilibrios perdidos y reencontrados, o mejor dicho, recobrados, sin los cuales la progresión no sería posible. Análogamente, en el Judo es necesario correr el riesgo de perder nuestro equilibrio para poder llegar a la victoria. Mediante una educación especial de todo nuestro ser físico y mental, el Judo nos procura el medio de conocer cuáles son estos instantes en que el cuerpo de un hombre se encuentra en estado crítico de ruptura de equilibrio. El entrenamiento del Judo permite, cada vez más y con mayor claridad, darse cuenta de estas rupturas de equilibrio y, al mismo tiempo,, desarrollar el arte de provocarlas en momento oportuno. Para ello se recurre a la no-resistencia, que permite llevar en su empuje, al adversario, más allá de donde él hubiera querido ir. En efecto: empujar fuertemente una puerta que creíais cerrada, sin que lo estuviera realmente. Bajo vuestro empuje la puerta cederá y vuestro ímpetu os llevará casi a perder el equilibrio, debido a que la energía que habéis empleado era excesiva ante una cosa que no os ha ofrecido resistencia. En Judo ocurren las cosas de un modo semejante. Precisa, pues, presentar una ABERTURA a la fuerza del adversario, o sea abrirle un camino, a fin de que, allí donde él creía hallar una resistencia, no la encuentre, y se vea arrastrado por su propio ímpetu. Robert Lasserre, (JUDO).

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