30 de agosto de 2009

Tu eres el resultado de ti mismo

No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tu has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo, el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar, corrigiéndote.

Nunca te quejes del ambiente o de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer. Las circunstancias son buenas o malas según la voluntad o fortaleza de tu corazón.

Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad o de tu suerte, enfréntate con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos y la prueba que has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora o seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

Si tu has sido el ignorante, el irresponsable, tu, únicamente tu, nadie pudo haber sido mas que tu. No olvides que la causa de tu presente es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes, de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas sin alimento morirán. Aprende a nacer desde el dolor y a ser mas grande.

Mírate en el espejo de ti mismo. Comienza a ser sincero contigo mismo.

Reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo, reconociéndote mas libre y fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tu mismo eres tu destino.

Levántate y mira por las mañanas y respira la luz del amanecer.

Tu eres la parte de la fuerza de la vida. Ahora despierta, camina, lucha.

Decídete y triunfarás en la vida.

Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados.

Pablo Neruda

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