
A personas adultas se les dieron algunos problemas complicados para resolver y un montón de pruebas para corregir. Al fondo se escuchaba un ruido alto, molesto, que se presentaba a intervalos irregulares. Para ser precisos, era una "combinación de dos personas hablando español, una hablando armenio, un mimeógrafo funcionando, una calculadora de escritorio, una máquina de escribir, y el ruido de la calle, todo lo cual producía un estruendo inidentificable".
Los individuos se dividieron en dos grupos. A los de un grupo se les dijo solamente que se pusieran a trabajar.
A los del otro grupo se les facilitó un botón que era necesario oprimir para cortar el ruido, "una versión moderna de control: el interruptor". El grupo que tenía el interruptor resolvió cinco veces más problemas que el otro y no cometió sino un pequeño número de errores en la corrección de pruebas.
Y lo que es el colmo, "ninguno de los integrantes del grupo que tenía el interruptor hizo uso de él. En el sólo hecho de saber que tenían un medio de control consistió la diferencia".
Peters y Waterman Jr.
En busca de la excelencia
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