El padre del del pintor sevillano Javier de Winthuyssen, cuando tenía que pintar la fachada de su casa, que en Andalucía es costumbre pintarlas para la primavera, mandaba al pintor a casa del vecino de enfrente a preguntarle de qué color quería que la pintara. Decía el viejecito encantador: Él es quien ha de verla y disfrutarla; es natural que yo la pinte a su gusto". Un hombre tan profundamente "simpático", de un sentimiento tan poético, tan práctico, es difícil que declarase ni nunca fuese a guerra alguna, a ninguna revolución; y era Almirante.
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