Un muchacho de la ciudad, Javier, se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino por 50 mil pesos. El anciano acordó entregarle el animal al día siguiente. Pero al día siguiente el campesino le dijo: "Lo siento, hijo, pero tengo malas noticias: el burro murió."
"Bueno," -dijo Javier- "entonces devuélvame mi dinero."
El vendedor replicó entonces: "No puedo. Ya me lo gasté."
Javier dijo "Bien. Igual entrégueme el burro."
"¿Y para qué?", consultó el anciano. "¿Qué vas a hacer con él?"
"Lo voy a rifar", contestó el muchacho.
"Estás loco. ¿Cómo vas a rifar un burro muerto?"
"Es que no le voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto."
Un mes después de este suceso, el campesino encontró nuevamente a Javier, y le preguntó:
"¿Qué pasó con el burro?"
Javier respondió: "Lo rifé. Vendí 100 rifas a dos mil pesos cada una y gané 200 mil pesos."
"¿Nadie se quejó?", consultó el viejo.
"Solamente el ganador," le dijo Javier, "pero a él le devolví sus 2 mil pesos".
Javier creció, y cuando fue mayor pasó a ocupar la dirección de una compañía llamada Enron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario